
Y es que estas dos figuras históricas
tuvieron que haber tenido una gran imponencia en su tiempo como para que un
enorme bloque de tierra de casi veinte millones de kilómetros cuadrados de
superficie no fuese suficiente como para poderlos contener. Si bien la
desaparición física de estos creadores de mundos fue relativamente temprana
para el nuevo siglo que en ese momento comenzaba dejaron tras de sí aun
ensangrentado campo de batalla, el cual aún lleno de pólvora seria la tierra
fértil de la cual se originarían los países que hoy habitamos.
Hoy
por hoy, América Latina es el vivo testigo de lo que sucede cuando el hombre
decide por sí mismo auto superarse. Aunque parezca mentira, la América del Sur
se ha llegado a proponer por sí misma como una entera civilización independiente,
vástago de los procesos multiculturales que acaecieron a los siglos posteriores
a la desaparición del antiguo imperio Romano.
La belleza cultural que tiene la misma es
inigualable, sus manifestaciones artísticas son insuperables, tal abono fresco
para las ciencias de la antropología las cuales busca entender al origen del
hombre y su proceso de pensamiento. El territorio de habla hispana es quizá el
bloque de países más único que hay en el mundo, y aunque el nivel de gloria que
imaginaron sus padres fundadores que tuviese no se ha podido materializar, sabemos
que el progreso de la misma aún no ha terminado y que es posible de que en los
siglos venideros veamos su renacer como nunca antes la hemos podido comprender.
Tal cual y como creyeron los europeos en su
tiempo, el nuevo mundo tiene muchos secretos para ofrecer, basta detenerse un
momento en las tierras Mexicanas y poder ver así a las ancestrales
edificaciones de los indígenas precolombinos, quienes intentaron modelar el
mundo a su antojo y así transferir ese conocimiento hasta tiempos posteriores.
En la actualidad, el casco Histórico de la Ciudad de México, aun exhibe las pruebas
de ese glorioso pasado a la espera de que los miles de visitantes puedan
comprender los mensajes ocultos yacen en ellas.
Más abajo Panamá, Colombia, Ecuador y
Venezuela aun reflejan el parecido que tenían cuando el Libertador Simón Bolívar,
las proclamo como “Gran Colombia”, siendo el presidente electo de la misma. Una
unión republicana que de no haberse disuelto en 1831 seria hoy una de las
potencias económicas más grandes del mundo con una influencia comparable a la
de las naciones de Francia, Alemania, la Gran Bretaña entre otras de las
naciones de la Europa Occidental.
De Perú se nos ofrece desde un recóndito
rincón de la historia, a los vástagos de las culturas incas y nazcas, para
finalizar con la fría argentina y con el tectónico país de chile a la orilla
del indomable océano pacifico.
En total una franja de norte a sur compuesta
por una veintena de países compone al mundo que nos vio nacer que nos ha
cobijado y que aguarda pacientemente a que nos convirtamos en embajadores de su
cultura ante el mundo entero.
El significado de nuestra identidad racial
yace más que todo, y como ocurre en otras partes del planeta, nada más y nada
menos que en nuestro lenguaje. Se estima que el español o castellano, es la segunda lengua más hablada del mundo,
por detrás del inglés y del chino mandarín. Originaria del antiguo reino de
castilla, este idioma ha tomado preponderancia en base no solo a la política de
su tiempo sino también a la increíble riqueza que ha heredado de dialectos
predecesores como el italiano, hebreo árabe y el mismísimo idioma inglés.
Pero quizá el símbolo más representativo de
nuestro continente sea su mismísimo nombre “América”, en honor al descubridor
italiano que la diviso. La historia detrás de su imposición es quizá la más
injusta de todas por la confusión de muchos, el mérito que debió atribuírsele al
almirante Colon, por haber encontrado a una nueva parte de la tierra quedo
eclipsado por su misma suposición. Quizá el navegante genovés haya sido lo
suficientemente inteligente como para engañar a unos indígenas haciéndoles creer
que los dioses desatarían la furia sobre la tierra en base a un eclipse lunar,
pero su mente no fue brillante cuando al poner el pie en las playas del nuevo
mundo jamás logro saber que lo que había descubierto había sido un nuevo
continente.
Hubo que esperar a un poco más de dos décadas
después para que Vespucio corroborara el inmanejable error de confirmar que las
tierras que se habían descubierto al otro lado del atlántico habían sido otras
completamente distintas de las Indias asiáticas que previamente se habían presupuesto.
Por su vanidad propia no fue el quien coloco
su nombre al enorme fragmento occidental de la desaparecida Pangea, sino un cosmógrafo
llamado Martin Wallseemuller, coloco este antiguo nombre a esta región, sin
embargo, dicha acción fue realizada a desconocimiento de la obra de colon, subsanación
que posteriormente no logro tener efecto cuando el momento de la corrección tuvo
lugar y así ha quedado hasta nuestros días.
Solamente fue el
libertador quien logro ser consciente de ello y nombrar “Colombia” a una delineada
zona del atlántico.
Indistintamente del honor y gloria que tengan
muchas republicas, a la cabeza del continente sudamericano se encuentra ubicado
un país singular como ningún otro en el mundo, un país que se ha hecho notar en
base a la calidad humana de su gente y de los grandes pueblos que lo conforman.
Venezuela, la República Bolivariana
reconocida no solo por ser la madre patria del Libertador, se perfila como la próxima
promesa que dará el mundo muchas razones para reír las cuales sin duda alguna
superaran a las razones que está actualmente tiene para llorar.
Le
hacen sus playas frente, al feroz Mar Caribe, dándole paso también a las
corrientes que arrastran consigo a los potentes huracanes.
Al igual que el resto de naciones hermanas,
Venezuela solo tiene una edad de doscientos años, gobernada por una filosofía emergida
durante la Revolución Francesa y que el propio Bolívar implanto como modelo
social en el mundo que con sus propias manos creaba.
Ubicada en la zona más norte de Venezuela
yace silencioso, tranquila bajo la sombra de un sol ardiente, una pequeña
ciudad, Punto Fijo, portadora de los complejos refinadores de petróleo más
grandes del globo. Su esencia es de por si etérea, un lugar el cual si bien
parece desprovisto de toda cultura, yace frente al mar como si se encontrase
impaciente, esperando un día que los secretos ya revelados en ella salgan a
flote para el mundo, y que el testimonio legado por muchos ancestros sea
nuevamente visible como lo fue en el principio de nuestra existencia.
Mientras tanto el mundo seguirá girando paulatinamente
por el espacio, y nuestro continente lo acompañara sin lugar a dudas en su travesía
intergaláctica.
Siendo por siempre así un bloque primordial
en este universo ilimitado que todos los días llamamos planeta tierra.